LAS GUERRAS BOREALES
BOOK TRAILER
Aquella fue una era que llena de dolor y muerte para las aldeas y ciudadelas de los países de Mardala, que en ese entonces se dividía en cuatro grandes territorios. El primero era conocido como Saester.
El segundo reino era el de los davars o davarianos, conocido como Mospel, cuya costa miraba al mar de Everión. Su Capital era Desta—garbel.
Por otro lado estaba Thergonal, una región de límites difusos excepto por la accidentada costa que miraba al océano occidental, sin un gobierno central, organización clara o ciudades importantes, tierra de nadie.
El cuarto territorio era Faistand. Allí convivían hombres de variado origen y veideos, estos últimos similares a los humanos, pero de ojos violeta, tez clara y generalmente de pelo castaño, llegados a Mardala desde Dárdalos, después de la Guerra de Expulsión que concluyó con el último Sol Negro al inicio del primer ciclo, y que los obligó a abandonar su continente de origen, generando en ellos una sensación de desarraigo.
DE LAS GUERRAS BOREALES
En este libro se desarrollan los conflictos personales de los principales personajes que darán vida a una era de traiciones, desencuentros y luchas, que alcanzará incluso a tierras lejanas en el norte del mundo conocido.
Reyes, hechiceros, guerreros, políticos, todos formarán parte de una enredada maraña que dara origen el primer enfrentamiento de esta obra, que encierra muchas historias dentro una una sola gran epopeya.
De la codicia
Decir que el
poder corrompe no es tan certero si no se le subraya con otros adjetivos, que
sumados logran acercarse a una descripción de la gangrena que puede extenderse
a través de la mente y las venas de un hombre, cuando ve que su destino, que
parecía escrito sobre piedra indeleble, se transfigura ante los
acontecimientos. La noche que antes llenaba con vino y juergas interminables se
convierte en lienzo infinito de elucubraciones y planes a medio construir, que
interrumpen el estado de vigilia, y que no son saciados hasta vislumbrarlos en
la realidad.
Lo que antes
parecía ajeno y sin importancia encandila la razón y empuja a dejarse llevar
por los acontecimientos. Los Estandartes, torres, jardines y calles empedradas
que antes eran opacos y lejanos, de pronto se tornan llamativos, relucientes,
alcanzables y lentamente se van imponiendo a los placeres mundanos que hasta
entonces liberaban y satisfacían. El oro y las piedras preciosas pueden más que
la sangre y los lazos que unen en el vientre de la madre. La marca de la
hermandad, la herencia común y la lealtad se diluye ante la posibilidad de
convertirse en algo más, en adueñarse del destino, en aplastar a los
detractores, a los grandes señores, a los que miraban por sobre el hombro.
Cuando los
hombres se atragantan con codicia, las sombras caen ante él y ante los que los
siguen. El triunfo puede ser rápido, pero también breve. La derrota suele
llegar poco a poco, deslizándose entre el bosque que está más allá del árbol
que no lo deja ver, resuelta, impávida, decidida, estirando sus dedos para
coger la espada del poderoso, rompiendo sobre sus murallas como una ola de
hierro que desmorona terrazas y almenaras, y allí estará el que miró hacia el
trono, el que un día dejó la sencillez de lo ordinario por la gloria y el
vasallaje de los suyos, y sus dinteles comenzarán a ser tragados por la hiedra
de la revancha.
Cuando el
poder corrompe, la gangrena no acaba hasta la amputación, hasta que el fuego
purifica y limpia las heridas, hasta que la noche vuelve a ser hija del
descanso, hasta que la ambición devora al soberbio que creyó que contra todo se
erguiría sobre un reino desangrado sin recibir castigo…
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